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Crónica desde Guinea Bissau

Crónica desde Guinea Bissau

Siempre nos gusta poder compartir con vosotros las experiencias de nuestros voluntarios en las diferentes expediciones en las que participan y, Guinea Bissau, no podía ser menos. Pero esta vez, Alberto, uno de nuestros voluntarios de campo de la expedición, nos ha abierto las páginas de su «diario» para poder compartirlo con todos vosotros. Un relato increíble y muy certero dónde podréis haceros una idea de cómo se viven las expediciones. La crónica en sí, no tiene desperdicio, una crónica que Alberto quería titular como «A medio camino entre una pesadilla y un sueño», título que una servidora debería haber respetado, pero que, por no ahuyentar a nuevos reclutas, hemos preferido generalizarlo, pero nos ha sido imposible obviarlo. Y sin más dilación: Crónica desde Guinea Bissau, a medio camino entre una pesadilla y un sueño.

GUINEA-BISSAU
Expedición del 17 al 24 de Junio 2023
Escala en Lisboa y de BISSAU a BAFATÀ unas 4 horas.

Equipo 11 personas

Cirujanos oftalmológicos: Jorge Sánchez (Ávila) y Rafael Cobián (A Coruña).

Facultativos oftalmológicos: Borja Errazkin (San Sebastián) e Isabel Sendino (Madrid).

Instrumentistas: Rosalía Mari Palau (Ibiza) y Esteban Cancela (Santiago).

Anestesista: Olatz Aramburu (Bilbao)

Coordinadora: Maria Teresa Ferreiro (A Coruña)

Ayudantes de campo: Teresa Odriozola (Pamplona), Juan Novo (Santander) y Alberto Astorga (León).

Día1 VIAJANDO

Salimos 17 de junio a las 6 am del Prat, donde quedamos a las 4 am. Esteban viene directo del Sonar, algunos llegan de sus ciudades de noche y duermen en el aeropuerto y otros en hotel cerca. Otros en Barcelona. Parada en Lisboa con escala de dos horas donde desayunamos de maravilla y salida a Guinea a las 9:47 am. Son unas 4 horas de vuelo más otras 4 por carretera hasta Bafatà. Aterrizamos en Bissau, recogemos las 17 bolsas north-face y las 6 maletas duras en la cinta número 1 y las cargamos en los coches que nos llevan a Bafatà. Eau de Relec ya funcionando, por si los mosquis.

El jefe de los chofers es Buba-kar. Mamaro nos lleva en su carro a Moncho, Esteban, Sayo y a mí, y de camino comprobamos la suerte de haber nacido donde hemos nacido. A 50km/h por un camino de tierra y baches perfecto para la biodramina. Vida útil de los coches aquí: 3 meses. El día está nublado, ha llovido recientemente y por suerte se genera brisa en las ventanillas del Toyota. Después de comprobar los amortiguadores durante más de 4 horas, llegada al “Apart-Hotel” Tritón, de lujo africano con piscina, donde nos damos un baño algunos antes de ducharnos para cenar en el sitio de moda de la esquina: la condesa. Tortilla, patatas y tomates esterilizados. Nos fumamos un buen piti y a las habitaciones, donde el aire acondicionado ya ha generado un clima adverso para nuestros enemigos del aguijón. La limpieza del Tritón no es su fuerte, si bien cada uno cuenta con su habitación y baño propio, aparato de aire, tv e incluso nevera. Nos despedimos y a dormir después de un largo día de viaje.

Día 2 OS QUEMO EL HOTEL

6:30 am: Nos despertamos sin luz y algunos sin agua, entonces no fueron los buenos días más bonitos que había recibido Blablakar: “Si no hay luz llamo a Presidencia del Gobierno y la liamos”, “Soy blanca pero no tonta”, “¿Sabes quién es Speedy González?”, “Yo primero pido y después ya concedo”.

Llegamos al almacén a por las bolsas y obviamente no están las llaves, por lo que esperamos y cuando las traen no están las de la sala de nuestras bolsas. La decisión es tirar la puerta abajo y agur cerradura. Nos vamos al hospital a montar los quirófanos. Encontramos un hospital que parece de guerra y abandonado, con todo sucio y el mobiliario en horribles condiciones. Limpiamos, apartamos todo lo que no necesitamos y empezamos a sacar el material para ordenar y montar. Hacemos magia y convertimos el sitio en casi humano, utilizando cosas que se parecían a lo que necesitábamos. Borja e Isa empiezan a pasar consulta de los primeros pacientes y lo que parecían ser obreros apuntalando era Olatz que llevaba más de 10 minutos golpeando la puerta
del baño en el que se había quedado encerrada. Juan recorre el hospital capturando momentos difíciles pero muy reales.

Comemos pollo con arroz en un espacio que habilitan del hospital y a las 14:30-15 comenzamos a vestirnos para entrar al quirófano y comenzar cirugías de cataratas con el objetivo de 30. Yo estoy como un pulpo en un garaje, tratando de concentrarme al máximo para ayudar todo lo mejor posible y memorizar los procesos que me explican. Terete y yo ayudamos a entrar y salir a los pacientes, así como a tumbarse y levantarse de la camilla a la voz de: “KABU MISSI, MAO KETA”. Pendiente de las fichas y de preparar las lentes y los inyectores para la intervención, controlar los niveles de suero y el líquido de deshechos del faco, o facilitar material que nos piden los de la zona estéril, como guantes, jeringuillas o campos.

Algunos pacientes llevan mucho tiempo sin ver por ese ojo, y otros tienen ojo único y por tanto están ciegos por lo que es una oportunidad única para recuperar la luz en su vida. Me quedo completamente asombrado del modo en que trabajan todos, como una cadena de montaje perfectamente coordinada, y a la vez como una churrería en la que van operando sin parar durante casi 5 horas a una media de 10-20 minutos por paciente, con una determinación/ concentración y precisión que yo nunca antes había visto. Se cumple el objetivo y tras 30 pacientes operados se recoge, se limpia y nos vamos a cenar al mismo sitio del primer día. Después ducha y a dormir a las 23h con 14 horas de trabajo a las espaldas.

DÍA 3 LOS LUNES AL SOL

7:00 desayuno en el hotel y sobre las 8 llegamos al hospital a preparar todo. La “sala de espera” está petada, hay personas que llegaron el día anterior y se quedan a dormir en el hospital por las distancias. Colocamos unas las luces led para dar un toque original al quirófano. A las 9 se empiezan las cirugías y tras un par de horas Rosalía se quita la bata al grito de “¡Uy!, si me he quitado la bata!!! Se me ha ido la olla”.

La mañana avanza a gran ritmo y antes de las 15 paramos a comer el menú oficial del hospital: pollo con arroz y patatas cocidas, esta vez sin ventiladores con 75 grados a la sombra. Orinamos una media de dos veces al día por la deshidratación del sudor. Antes de las 16:00 ya en quirófano preparando el material de la tarde para empezar lo antes posible. Por la tarde Juan nos pasa una paciente al quirófano que hay que levantar en brazos para subir a la camilla con el mensaje positivo de: “Pesa 35 kg mojada, no hay que facturar: es equipaje de cabina”. Moncho y Jorge operan a un nivel de precisión y velocidad que no se puede describir fácilmente. Su capacidad para mantener la concentración tantas horas está muy por encima de lo que yo podía imaginar.
Se termina la jornada a las 21h tras 13 horas de curro, con 60 cataratas completadas y posiblemente 60 personas que recuperan la visión de un ojo que daban por perdido. Durante la última operación empezamos a oler humo y vemos que hay un amago de incendio en el hospital, debido a que en un pasillo los locales han dejado unas prendas en una olla para esterilizar y se han olvidado la pizza en el horno.

El resto os lo podéis imaginar: cerveza, tortilla especial, pasta, patatinas mc, tomates, matar dos cuquis en la habitación y a dormir.

Día 4: TODO SE VOLVIÓ NORMAL

Levantarse, desayunar pan con pura sabor, ir a currar al hospital. Montar, colocar, pasar pacientes, empieza cirugía, paco 1-paco 2, lente del 24, parche y a por el siguiente. Sensación total de rutina. Por la mañana cirugías de 10 minutos muchas y buenos gajos. Por la tarde se complicó la historia con los militares y la familia Bande. Obviamente comimos pollo con arroz, que cada día sabe mejor.
A Juan ya le conocen en todo el hospital. Por la tarde vio una operación de hernia en la que debido a uno de los múltiples cortes de luz diarios siguieron la cirugía con las linternas del móvil. Borja e Isa Scendino destapan a primera hora los del día anterior y hacen un trabajo clave para determinar cuáles serán operados. Olatz es de Bilbao y no necesita a nadie, se arregla sola con 3 camas y un ventilador, y sigue manteniendo firmes a todos.

Pero en el día de hoy he tenido el foco en dos piezas indispensables para que todo salga bien, que pasan desapercibidas y sin mucho reconocimiento, pero que son los putos reyes del mambo. Van 3 pasos por delante de todo, trabajan con una precisión y agilidad admirable. Tienen un control global de todo lo que pasa dentro del quirófano, desde el material que se necesita hasta el que falta, la comunicación directa con los cirujanos y también con los ayudantes de campo, así como del avance de la cirugía. Son San Esteban y Santa Rosalía.

A las 21:45 termina la última intervención: 60 cataratas operadas. Muchas complicadas. La mayor complicación por culpa de Murphy justo tuvo que ser con un oftalmólogo local, pero Yorch es una bestia y lo sacó adelante. Según Moncho la expedición más dura que recuerda. Tortilla con patatas y pasta, pero esta vez con mango de postre, y a dormir.

Día 5: NO+CATARATASPORFAVOR

Los idiomas aquí son el portugués, el criollo y lenguas tribales como el fula (dos rayas al lado del ojo), mandinga, balanta y pepel. Guido Tobaco (amigo blanco) es en fula. El producto estrella del país es el anacardo, y también tiene importancia la madera y el pescado. Se apellidan Balde, Embaló, Djalo o Touré el 60%.

Hoy hemos llegado al hospital a las 8:15 y la luz está cortada, por lo que a las 8:30 aún no podemos ni montar, así que nos ponemos a destapar a los que fueron operados el día anterior, viendo caras de sorpresa y de ilusión en los que ya pueden volver a ver por ese ojo, y recompensando todo el esfuerzo del trabajo. Después recorremos algunas zonas del hospital pasando por pediatría y recién nacidos donde vemos una “incubadora” con una niña que había nacido la noche anterior, niños desnutridos y otros con malaria. Alma luxada. Después pasamos por la biblioteca donde una cubana da clases a futuros médicos locales que saben hablar español. El hospital es como yo me imaginaba un campo de concentración más
o menos. Deep deep África.

Conseguimos empezar en el quirófano sobre las 11:15, pero con muchos problemas por el aire acondicionado, los esterilizadores y varios mareos en el equipo. Descubrimos que Fatima la persona de referencia local en el hospital contaba con algunos medios que no nos han ofrecido. Siguen habiendo problemas con el aire acondicionado y se decide volver a parar aprovechando para comer tras unas 13 intervenciones. Se quita el cable del aire e intentamos conectar en otro enchufe pero empieza a salir humo. Moncho que se había mareado y estaba blanco se levanta y Teté piensa que le va a ayudar, pero va directo a poner a salvo su pasaporte con la fuerza que le quedaba.

Nos vamos a comer. Algunos dicen que es la expedición más dura que han vivido, tanto por la complicación de los casos, así como por los medios para trabajar y el sitio. Por la tarde se ha cogido
ritmo brutal a pesar de ser cirugías complicadas. Borja e Isa operan los últimos dos pacientes del día. Isa me recuerda tanto a como me imaginaba a mi
madrina de joven (que falleció de leucemia hace ya más de 10 años) que hoy se me ha metido algo en el ojo junto con todas las emociones del día. Se alcanzan las 47 cirugías después de una tarde apoteósica donde todo ha funcionado como los relojes suizos. En una complicación, Moncho le dice a Esteban que rece todo lo que sepa pero no se acuerda del Padre Nuestro completo y lo tiene que rezar solo.

Tras acabar de recompensa el aperitivo de la cena es un chorizo de León que me he traído y así dar alegría a las tradicionales patatas y tortillas de la condesa. La sobremesa cada día es más larga y es que el grupo humano de este viaje a mí personalmente me ha parecido increíble. Ya de por sí les admiro por el altruismo pero es que encima me divierto y les estoy cogiendo cariño.

Día 6: ÚLTIMO EMPUJÓN

6:45 alarma. 7 desayunando. Rosa y Nuria son parte de una asociación que funciona en el país principalmente Gambasse y sirven de puente con fundaciones que vienen a ayudar. Han sido nuestras
intermediarias aquí con los locales y se han desvivido por ayudarnos con todo. También están Marc y Laura que colaboran con ellos esta semana en la construcción de una guardería. La niña que nació prematura el día anterior no pudo aguantar más sin los medios necesarios.

Alcanzamos durante la mañana la catarata 200. Musa Djalo: el paciente del mes. 4 años sin ver, reacciona dando saltos y chocando las manos a todos. Vuelve para operarle el otro ojo que también
tiene catarata y sale todo bien. Es musulmán y al terminar reza. Le regalo pulsera Esperanza Triana. Mañana será épico destaparle. A las 12:30 se vuelve a cortar la luz y tenemos que volver a parar. El ayudante de Olatz que se llama Francisco y es uno de los 3 anestesista del hospital se tira toda la mañana dormido en la cama de la sala de al lado (no aguanta su ritmo). Ha despertado y se ha pirado, el salario ganadísimo.

A las 13:45 entra a quirófano Vigi Seidi, que es sordomuda, ojo único y con catarata blanca. También es viuda y con dos hijos. Esta vida sí que puede cambiar mucho si sale todo bien y recupera la vista. Llega asustada porque no sabe ni qué le van a hacer. A pesar de la anestesia agarra a Teté con toda la fuerza que tiene porque no sabe que le están haciendo. La tarde fluye con gran ritmo y por supuesto nos toca parar por un corte más de luz, pero al poco tiempo continuamos con la fuerza que supone pensar que es el último esfuerzo ya que el material se está acabando y no podremos operar mucho más. La última cirugía de la expedición ha sido una familiar de Ansu Fati (el jugador del Barsa que había donado 25k a la fundación) que se llama Sabado. Hemos explotado de alegría, nos hemos abrazado y hemos dejado un mensaje en la pared que decía: “En esta habitación un grupo de españoles operaron 259 cataratas. 22/06/23”.

Obviamente cenamos tortilla con patatas y mango, pero esta vez había más cervezas frías. Buena sobremesa y antes de dormir Johny Bissau, Ernesto y Roberto conseguimos que el del hotel vaya a por la última en su moto para tomarla en la puerta como despedida del Tritón. 65 horas de trabajo en 5 días de nuestras vacaciones. Sensación de mucho orgullo.

Día 7: DESPEDIDA BAFATÀ
No + pollo con arroz ni tortilla con patatas, ni + sobremesas en el fast food la Condesa. Desayunamos a la misma hora de todos los días y nos vamos con las maletas hechas del hotel despidiendo a las cuquis, las camas de fakir y los cortes de luz mientras esparces el puro sabor en el pan. Llegamos al hospital para destapar a los pacientes del día anterior y recoger todo el material para cargar en los coches. Los resultados del último día son todos positivos. Teté ejerce una vez más de líder coordinando toda la recogida sin parar, reclamar ni pestañear. El empuje de gente con tanto impulso es lo que hace posible proyectos de cualquier tipo. Si no consigue lo que quiere activa su lado vasco y lo mismo tira abajo una puerta que convierte un armario en estantería.
Aprovechamos para visitar la Iglesia del pueblo y llegar hasta el río, y volviendo conocemos la tienda de Antonio el portugués (Casa Marco) y la autoescuela de otra portuguesa que llevaba 50 años en el país. Todas las señales de tráfico del país estaban allí dentro, mientras en el aula daban clases de mecánica. Dejamos Bafatà con el corazón inflado, las piernas rotas y la mente asimilando. La ranita del retrete de Jorge se queda sola y nos esperan 3-4 horas de la carretera que une las dos principales ciudades del país que solo está asfaltada en algún tramo.

Bubacar nos pone en bucle las 6 pistas que tiene en el pincho conectado al coche, que incluyen un temazo en el que cuentan su labor de ayuda a la población. Jorge y Moncho llegan a Bissau como dos Risketos por el polvo del camino. Dejamos las bolsas en el orfanato donde duerme el equipo de Gambasse y nos vamos todos a comer unas pizzas antes del tormentón. La ducha más esperada de la historia en el Royal Hotel y después un descansillo para recuperar antes de las birras en el Antika y la cena de pescadito brasa “fresco” en el hotel con un buen bife portugués a pachas con Guido Tubaco. Luego tomamos la última en el Caipirinha con Teresa la amiga de Isa del cole con la que se encontró de casualidad en un desayuno de Bafatà días antes y que vive en Bissau. Un paisano drogado nos fastidia la Cristal tirando su botella de batido Nutribén en la mesa. Un camarero sale a defendernos ofreciéndole un palazo y terminan echándole. Malarone y a dormir con las mismas pesadillas de quirófano que los días anteriores.

Día 8: VUELTA A LOS INCONVENIENTES

Dicen que en el tercer mundo tienen problemas y en el primer mundo tenemos inconvenientes. Volvemos a la gran molestia que supone que en el super no quede la marca de leche que te gusta o te
pierdas un cumpleaños porque te coincide con un festival. Obviamente nunca vale decir a alguien que le duele el brazo que hay gente que ni siquiera tiene pierna. Pero hay que aprender a relativizar más. Somos unos putos afortunados, y eso es lo que siempre te recuerda África cada minuto. La lotería nos tocó al nacer y no lo sabíamos. Alá es grande como decía Musa Djalo, que ahora ha recuperado la visión de ambos ojos y no puede ser más feliz. Sólo por él habría valido la pena toda esta paliza de viaje. Nos despertamos sobre las 8 para desayunar y acercarnos a un mercado a comprar telas y anacardos. Maletas a los coches, parada en el orfanato para recoger las north face y después al aeropuerto con antelación suficiente por si hay imprevistos. En el avión viene gente importante y hay militares pendientes de su seguridad, así como policía al entrar en cabina. Despegamos mirando por las ventanillas para despedir al trozo de nuestro corazón que se queda en este país para siempre.

HA SIDO LA EXPERIENCIA MÁS DURA DE MI VIDA. A nivel físico, mental y emocional. Estoy orgulloso de haber sabido sufrir y haberme adaptado a la exigencia, tratando de intentar hacer todo mejor cada día. Porque quiero más y me haría muy feliz volver algún día a sudar la camiseta de la Fundación Elena Barraquer.

 

Alberto Astorga – Junio 2023